
El flilósofo, referente indígena, ecologista y escritor brasileño Ailton Krenak, uno de los invitados centrales que tiene el Proyecto Ballena que se realiza por estos días en Buenos Aires, aseguró en un encuentro con medios argentinos que «el sapiens es una peste que hasta destruir el mundo no va a salir de ese pensamiento» y destacó que los actuales debates en torno a los alcances de la Inteligencia Artificial son menos decisivos que las advertencias sobre la catástrofe ambiental: «La imagen primordial de los cerdos comiendo la tierra me parece mucho más terrorífica que un robot hackeando nuestra capacidad de andar, de ver», postuló.
Krenak (Minas Gerais, Brasil, 1953), un pueblo de Brasil, es considerado una de las voces más reveladoras del pensamiento latinoamericano contemporáneo, fue fundador de la Unión de Naciones Indígenas (UNI), gran divulgador de las cosmovisiones de los pueblos originarios, y autor de libros como «Ideas para posponer el fin del mundo» (2021), «La vida no es útil» y el reciente «Futuro ancestral», donde esboza sus críticas al Antropoceno, el término acuñado por la comunidad científica para designar los efectos que ha generado sobre el planeta la acumulación de gases de efecto de invernadero y los daños irreversibles ocasionados por el consumo excesivo de recursos naturales.
La crisis ambiental, la destrucción de los ecosistemas, la conexión con la ancestralidad, la mercantilización, el consumo como un problema propio del hombre que lo lleva a su destrucción o la disociación producida por la modernidad, fueron parte de los temas sobre los que respondió el filósofo y también poeta durante una rueda de prensa que ofreció ante medios argentinos, en la que sintetizó su cosmovisión y pensamiento articulado por distintos saberes.
Krenak, que junto a la investigadora Natalia Brizuela y escritora Gabriela Cabezón Cámara participará de la charla «Diálogo de saberes: salir del coma colonial» que tendrá lugar este sábado en el Centro Cultural Kirchner en el marco del Proyecto Ballena, manifestó se dedicó durante gran parte de su encuentro con los medios a caracterizar las consecuencias del llamado Antropoceno. En esa línea, sostuvo que «salir de esta lógica implicaría tener la capacidad imaginar otros mundos, no estar atrapado en el consumo. Pero es el humano, el sapiens, el que lo produce».
La naturaleza humana «va destruir el planeta entero y no va a salir de ahí», porque «el sapiens es una peste, y esa es su naturaleza, hasta destruir el mundo no va a salir de ese pensamiento. No falta mucho tiempo», sostuvo el autor, quien por estos días presenta además la edición en español de «La vida no es útil», que inaugura la Serie Pluriversos de la Editorial Eterna Cadencia.
«Nuestra voracidad está causando fiebre en la tierra«, citó Krenak al chaman Davi Kopenawa Yanomami, quien «publicó una obra muy interesante ‘La caída del cielo’, donde traza la cosmovisión del pueblo Yanomami». Y acotó: «Él tiene esa claridad para pensar que los humanos están comiendo la tierra como cerdos, como una manada de jabalíes salvajes».
Más adelante. el filósofo se refirió también a la problemática de la Inteligencia Artificial que hoy centraliza la conversación pública: «La imagen primordial de los cerdos comiendo la Tierra me parece mucho más terrorífica que un robot hackeando nuestra capacidad de andar, de ver», describió.
«Antes de que un robot atrape a la gente, nosotros nos estamos comiendo la Tierra y en vez de señalar con el dedo hacia a algo fuera de nosotros, la cuestión está dentro nuestro. No vamos a abandonar el Antropoceno porque estamos drogados por Antropoceno», indicó. Y acotó: «Los hombres han sido capturados por la modernidad o posmodernidad, la gente no quiere ser como era».
Krenak se refirió luego al concepto de futuro ancestral, que trabaja en su texto más reciente. «Debe comprenderse desde la idea del tiempo como una construcción histórica, principalmente de los europeos, que sirvió para la colonización del planeta -planteó-. Si los europeos no hubieran tenido una narrativa sobre el pasado, presente y futuro, no podrían justificar la invasión del mundo, de África, América, Asia».
El autor aventó también las teorías conspirativas que conjeturan un mundo invadido por extraterrestres: «Somos nosotros los que lo hacemos invadiendo y destruyendo, como una dinámica interna, un deseo». Y se explayó: «La crisis climática es un avance de la idea de progreso del tiempo futuro. El futuro somos todos ardiendo, quemándonos».
«Cuando invocamos la ancestralidad, cuando llamamos la idea de futuro ancestral e invocamos a nuestros ancestros estamos poniendo un freno a esa violencia», definió Krenak. Y lo ilustró con la imagen del «paracaída colorido» como «una poética de la existencia cuando nos escapamos del cuerpo y salimos de esa fragilidad y experimentamos una existencia extracorporal. Es una imagen que da una idea del futuro ancestral, que pensada objetivamente es una paradoja».
«Nuestra idea de humanidad hizo metástasis -destacó-. Es terrible, pero hoy o entendemos esto o vamos a estar debatiendo hasta que que el planeta siga calentándose y terminemos como babosas estampadas contra el suelo».
«Estamos viviendo la disociación de la tierra, la tierra es nuestra madre (la Pachamama) y no hay vida fuera de ella«, manifestó el filósofo y recordó con humor que desde la ciencia ficción está la idea de colonizar Marte. «Que se lo colonice y todos aquellos que quieran ir que se vayan y nos dejen la tierra a nosotros», ironizó.
Krenak sostuvo también que «los aportes de la ciencia moderna, la tecnología, las revoluciones de masas se localizó en una región geográfica que escindió el planeta en el siglo XX. Hemos producido eventos como la Guerra Fría, y otros procesos, que provocaron la erosión de las cualidades de la vida».
Ante esta subjetivación las personas crearon muchas cosas, «la gente quería palabras para despistar el malestar y creó remedios«, sostuvo. Y reflexionó: «Parece que nadie en el planeta tierra vive sin drogas. La droga puede ser tecnológica, farmacéutico, puede ser mental, evitando un lugar que puede ser compartido y vivido al mismo tiempo por dos o tres generaciones de personas».
«La voracidad de esta cultura global que estamos viviendo percibe todo como una mercancía, y tiene una fecha de caducidad«, aseguró, para luego volver a las ideas de Yanomami sobre el pensamiento occidental blanco: «El blanco anota todo, registra todo porque tiene un pensamiento lleno de olvidos. Es una frase absurda. Aquello que debería ser eterno está cargado de olvidos. El pensamiento lleno de olvidos nos lleva a llenarnos de agujeros», dijo.
Ailton Krenak: «Somos 8 billones de personas en el mundo que no soñamos más»
«No podemos perder este saber ancestral» dijo el filósofo, escritor y líder indígena brasileño Ailton Krenak durante su encuentro con los medios en referencia a la capacidad de soñar, convencido de que «la gente no puede renunciar a ello, no importa dónde viva, sea en la ciudad o en la selva»
«Somos globalmente 8 billones de personas que no soñamos más en este mundo y el mundo termina siendo una pesadilla. Parece una parábola recurrente que puede develar una falta de capacidad de todos nosotros de imaginar mundos posibles, como si estuviéramos incapacitados», reflexionó.
Y en cuanto al «sueño como continuidad de lo cotidiano«, el escritor argumentó: «Todas las cosas que los humanos somos capaces de configurar, imaginar, nacen primero en los sueños. Algunas cosmovisiones que son recordadas porque algunas ya fueron olvidadas, tienen la capacidad de comunicar ese lugar de sueños con lo cotidiano»,
Un sueño puede avisarle a una persona de un desastre para que pueda ser evitado, pero cuando se deja de soñar estos avisos son pasados por alto -dijo-. En el mundo de las mercancías estos avisos son evitados y siempre se sigue adelante hasta que pasa el desastre». Y agregó: «Todos coinciden que si el cambio climático empeora vamos a pagarlo con nuestra vida, pero nadie vuelve a su casa», tal como se avisa en el sueño.
Por otro lado, indicó que su «experiencia intercultural diversa con otras personas y culturas, es una parábola sobre los tiempos actuales, y eso puede contar como otras historias más», y citó a la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie para quien «un mundo que tenga una única narrativa está acabado».
«Si la gente puede hacer otras narrativas estamos evitando el desastre», afirmó Krenak.
«Habrán visto que hay muchas conversaciones sobre Inteligencia Artificial y hay una alerta de que esos aparatos tecnológicos se apropiaron de nuestro sistema cognitivo ¿y si eso ya hubiera pasado? Si nuestra incapacidad ya estuviera completamente sellada, vamos a estar reproduciéndose como pollos en las granjas -graficó-. Entonces, la gente va a tener que invitar a Jorge Luis Borges para contar una historia», ironizó.
El año pasado, Krenak fue uno de los invitados en la tercera edición de «Los patrimonios son políticos» que se realizó en Santiago del Estero, organizado desde la secretaría de Patrimonio del Ministerio de Cultura, ocasión en la que estuvo acompañado por el especialista en patrimonio Yossef Campos. En esa oportunidad conversó sobre su cosmovisión destacándose esta idea de la no utilidad como objeción al utilitarismo del mundo globalizado y la no planificación de la vida como camino, como recomendación en la educación de las infancias.
Pese a su precedente pesimismo, Krenak aclaró: «Me siento totalmente pleno de esperanza porque todo lo que pensamos globalmente como idea de humanidad es una invención, y si la gente escapa de esa idea puede experimentar otros mundos, pero «no hay otra salida mientras estemos agarrados a la mercadería».
Más adelante, el escritor citó al expresidente de Uruguay José Pepe Mugica: «el mundo en que vivimos no quiere ciudadanos, este mundo quiere consumidores«. Y reflexionó:
«Cuanto más se consume más estatus se gana, como si fuera un videojuego. Es una construcción global, no solo en Estados Unidos o Europa, es en China, América Latina, África, como si todos quisieran lo mismo, y ya no tenemos creatividad ni ganas de ser diferentes».
Según Krenak, con la pandemia se «despertó la conciencia» sobre la catástrofe global climática y cuando «antes se creía que podrían ocurrir guerras y otro tipo de catástrofes, se activó la conciencia de que esto podía venir de nuestras formas de consumo y devorar la tierra».
En la charla que ofrecerá en el marco del ciclo Proyecto Ballena, el foco estará también en las «alianzas afectivas -anticipó más tarde la investigadora Natalia Brizuela- que es pensar una forma polìtica de alianzas afectivas sin la nociòn de ciudadanía», porque esta implica la noción de igualdad «y Krenak está constantemente repitiendo que somos diferentes». «¿Cómo podemos convivir y hacer proyectos desde la diferencia radical todo el tiempo? ¿cuál es la estructura política?», planteó Brizuela. Y amplió: «La democracia no funciona porque la representación es que vamos a ser todos iguales pero en esa igualdad queda todo destruido, entonces Krenak habla de alianzas afectivas en lugar de ciudadanía».